Somos indivisibles, no formamos un equipo, formamos un todo, un ser completo, perfecto, indomable y noble a la vez.
Me uno a él y a la vez a la vida.
Sus ojos, son mis ojos. Su corazón, el mío.
Acompasamos respiraciones, y a cada paso vemos belleza, se ralentiza el tiempo, todo pasa a nuestra alrededor despacio, lo vemos todo, como si fueramos una rapaz, se nos abre un paisaje eterno y al mismo tiempo observamos una pequeña abeja recolectar su preciado polen.
Entiéndeme, pero no me juzgues, mi sitio es estar con él. Es la única manera para estar más cerca del cielo, del agua, de la Tierra.
Soy un monstruo, lo sé, pero es mi elección, o tal vez no pude elegir, durante años intenté alejarme de él, pero el deseo de ver la noche con ojos de bestia me sedujo.
Así es como me relaciono con vosotros, a través de un prisma animal, visceral, de un subsconciente olvidado. Y así me relaciono con ellos, no me hacen falta palabras.
Y ellos, si aún no lo sabéis, son los animales
- Súplica al Gran Espíritu de Cyrius E. Dallin
‘El deseo de tener un animal tiene su origen en un antiguo deseo primario,
el deseo del hombre moderno de volver al paraíso perdido’. (Konrad Lorenz)
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